Catequista, ¿quién eres tu?

10 de desembre de 2021
Juan Carlos CARVAJAL
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Puede sorprender que una página dirigida −entre otros− a los catequistas comience con una pregunta en la que interpele y, en cierto modo, cuestione la identidad de sus lectores. Sin embargo, más allá de la provocación, la pregunta pretende que el catequista-lector −y desde ahora amigo−, se pregunte antes por su identidad que por la actividad que realiza.

Sí, catequista, ¿quién eres tú?; o para ser más concreto: catequista, ¿quién dices que eres tú? Esta pregunta que desde este Blog te dirijo, está inspirada en unas palabras del papa Francisco que repite cada vez que se dirige a los catequistas: “Catequista es una vocación: ‘ser catequista’, ésta es la vocación, no trabajar como catequista. ¡Cuidado!, no he dicho ‘hacer’ de catequista, sino ‘serlo’, porque incluye la vida”.

¿Quién dices que eres tú? Con esta pregunta pretendo ayudarte −amigo catequista− a sacar a la luz tu identidad más profunda, convencido de que hoy en día resulta especialmente conveniente hallar la respuesta oportuna. En efecto, no corren buenos tiempos para la catequesis: la tarea catequizadora no siempre es valorada por la comunidad cristiana, los esfuerzos que se realizan no dan los frutos deseados, la dedicación y entrega de los equipos de catequistas no es reconocida por las familias y, en medio de todo esto, vosotros los mismos catequistas a veces os sentís un poco desorientados.

Querido catequista, ¿quién dices que eres tú? Si te repito la pregunta no es por pura retórica, sino para entablar un diálogo contigo. Nuestro diálogo será digno de interés y podrá dar frutos si desde un principio queda claro que no estamos hablando de oídas o componiendo una mera teoría, sino que estamos hablando de nosotros −yo también soy catequista: catequista de catequistas− y buscamos sacar a la luz lo que nos constituye en verdaderos pregoneros de la Palabra divina y acompañantes en los comienzos de la fe.

Por mi parte, al iniciar este blog, la intención que me guía es que, a través de esta conversación, podamos reconocer que nuestra vocación de catequistas se enriza en los dones bautismales; que nuestra misión tiene un valor especial, pues está al servicio del alumbramiento de los hijos de Dios; y que nuestras catequesis serán tanto más fructíferas cuanto más nos consideremos servidores de la acción del Espíritu.

Amigo catequista, en el evangelio de san Mateo (7,17), Jesús nos recuerda que “todo árbol bueno da frutos buenos”. Os invito a que −por un instante− dejéis de preocuparos de lo que hacéis y cómo lo hacéis, también de los frutos que dan vuestras catequesis. Lo que os propongo es que profundicéis en vuestra vocación; es decir, en esa llamada que Dios os ha hecho, por medio de la Iglesia, para ser colaboradores de Jesús, Maestro, y servidores de la acción de su Espíritu, de modo que participéis en el alumbramiento de sus hijos en esa fe que otorga la alegría y la salvación. Si sois un buen árbol, esto es, buenos catequistas, no dudéis de que daréis buenos frutos.

Un fraternal saludo.

Juan Carlos Carvajal Catequista